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LA_LÍNEA es así la consecuencia de un proceso creativo, una recreación del pasado desde la óptica de sus tres protagonistas, tan real como la que narran las historias y los discursos oficiales, o quizá más por lo que de individual, personal y humano posee.
gracias ludovic vetzel Asociación Le Tiburce
(by césar toimil)
La fotografía tiene un gran poder para comunicar mediante el artificio y mostrar paralelamente la cruda realidad. También podemos decir que en muchas ocasiones no necesita de ese artificio para hacerlo. El problema quizá estaría en saber como identificar lo ficticio, lo real, lo que es verdad y lo que no lo es. La verdad puede ser una fantasía o una ficción pero siempre hay una verdad asociada a toda creación desde un punto de vista conceptual y con esa premisa hemos trabajado en este proyecto. LA_LÍNEA es así la consecuencia de un proceso creativo, una recreación del pasado desde la óptica de sus protagonistas, tan real como la que narran las historias y los discursos oficiales, o quizá más por lo que de individual, personal y humano posee.
No sé hasta que punto sabíamos “cómo” contar lo “que” queríamos contar. Pero sí subyacía una clara intención de hablar de verdades, no todas evidentes. En el recorrido que realizamos por la histórica Línea Maginot desde el ouvrage de La Ferté hasta el de Fort Casso lo que nos encontramos tanto desde el punto de vista humano como desde el punto de vista espacial nos dió respuesta a nuestras preguntas.
César Toimil hace una propuesta fotográfica que tiene como hilo conductor una clara intención de ser honesta, atesora un lenguaje íntimo y sin adornos. No engaña pretendiendo que creas algo, quiere ser limpia y serlo no significa no trabajar con diferentes niveles de significado ni renunciar a la complejidad, pero sí hacerlo con estructuras conocidas. El espacio se trató como un escenario donde ocurrieron una serie de acontecimientos o no ocurrieron aquellos que se esperaban. En ese escenario participan actores, se representa una obra, una obra trágica, la de la propia existencia del hombre, heroica víctima de sus propios errores, el hombre como peor enemigo de sí mismo. Mediante las fotografías la obra es representada y viaja entre la línea de lo ficticio y lo real, la línea como frontera entre la luz y la oscuridad, entre el poder y la fragilidad, entre lo vivo y lo inerte, la ensoñación y la experiencia real.
LA_LÍNEA que César traza nos sumerge en un mundo donde imperan el silencio, el vacío y la ausencia. En ella predominan la soledad, el desasosiego y la sinrazón de ciertos comportamientos del ser humano. Recrea una atmósfera inquietante y fantasmagórica que nos acerca a un abismo creado por nosotros mismos, a causa de nuestros miedos, nuestros complejos y nuestra propia incapacidad para entender lo que somos. No es poesía, es pura prosa. Alguien, un día, activa un interruptor física o simbolicamente desencadenando acciones que tienen terribles consecuencias para el ser humano anónimo. Francesc Torres dice que “conocer la historia no impide que se repita, infinitas combinaciones para un mismo resultado. La guerra es fascinante como material de estudio porque a pesar de que tenga unos resultados tan pavorosos nunca hay escasez de material humano para hacerla. Es un misterio.” Es para mí la continua y perenne inmolación de la especie humana. Es tan descorazonador como real.
De igual modo una línea es la forma de expresión más sencilla y pura, delimita formas y perfiles y puede ser un elemento de unión y de intercambio con grandes dosis de dinamismo. En LA LINEA se traza también la línea del horizonte, la del pasado, el presente y el futuro, la de la memoria, la de la esperanza, la que nos vincula a la vida. Es la que también nos hemos encontrado allí, es la que para nosotros representa el espirítu Maginot. Las personalidades que sufren pueden convertirse en las personalidades más bellas, podríamos afirmar que ésta es una verdad verosímil.
Alex Piñeiro, comisario del proyecto LA_LINEA
LA LÍNEA MAGINOT: UNA ESTRATEGIA RAZONABLE
La Línea Maginot tiene mala prensa, pero el hecho de que los alemanes no la atacasen indica que ejerció un determinante poder disuasorio, obligándoles a variar sus planes. Se trataba de una triple línea defensiva con un centenar de fuertes (ouvrages) mimetizados con el paisaje, y que se defendían mutuamente, rodeados de casamatas, campos minados, zonas inundables, etc. Cuando estalló la guerra, sólo se había terminado la construcción en las fronteras con Alemania y Luxemburgo.
Francia y Reino Unido creían que una guerra de desgaste derrotaría a Alemania por la eficacia del bloqueo naval. No se les pasaba por la cabeza que atacasen la Línea Maginot ni el sector de las Ardenas, y esperaron tranquilamente a que invadieran Bélgica. Rechazarían el ataque, y acumularían los medios mecánicos y acorazados necesarios para atacar, sólo cuando Alemania estuviera convenientemente debilitada por el bloqueo. Por supuesto que habría muertos, pero nada que ver con las matanzas de la Primera Guerra Mundial. Pero Alemania apostó por un plan realmente osado, que consistía en hacer creer que repetían el ataque de 1914, para que las mejores tropas aliadas entraran en Bélgica. El ataque principal atravesaría las Ardenas, y avanzaría rápidamente para ocupar los puertos franceses del Canal de la Mancha, embolsando a varios ejércitos enemigos. Contra todo pronóstico, este plan triunfó.
Los 45.000 vehículos del primer escalón del ataque alemán formaron enormes columnas detectados por la aviación aliada, pero fueron interpretadas como un señuelo. Los franceses tampoco trasladaron tropas a la orilla izquierda del Mosa para impedir el cruce de los alemanes. Todavía tuvieron una tercera oportunidad, porque la vanguardia alemana abrió un enorme hueco con las divisiones hipo-móviles del segundo escalón. Los aliados intentaron aislarla atacando en Arrás, pero fue un bochornoso fracaso. En lugar de repetir el ataque, Reino Unido repatrió a su cuerpo expedicionario abandonando un cuantioso botín. Tras la evacuación de Dunkerke, la Wehrmacht inició la segunda fase para ocupar definitivamente Francia. Fue necesario sacar de la Línea Maginot a la mayor parte de sus guarniciones para defender el frente entre Sedán y la costa, pero se había perdido casi todo el equipo pesado, y no quedaban reservas para taponar ninguna ruptura.
Francia capituló el 22 de junio, aunque algunos fuerte continuaron la lucha hasta ¡el 10 de julio! Los alemanes sólo pudieron capturar cinco pequeños fuertes; incluso desguarnecida, la Línea Maginot resistió.
LOS ESPAÑOLES EN LA BATALLA DE FRANCIA Unos 55.000 republicanos españoles se alistaron en 226 Compañías de Trabajadores Extranjeros, construyendo carreteras y fortificaciones, cavando zanjas, etc. Vestían uniforme y estaban militarizados, pero no eran soldados. Otros 6.000 se alistaron en la infantería francesa, ganándose el respeto de sus mandos al entrar en combate. Es el caso del 21 Regimiento Mixto de Voluntarios Extranjeros (con 900 españoles), que contra todo pronóstico frenó el avance alemán en Le Chesne. Cuando el frente cedió a unos 35 kilómetros al oeste, el regimiento mantuvo una cabeza de puente en Vaucouleurs, para que los restos de la división pudieran cruzar el río Mosa. Muy castigados, defendieron Colombey-les-Belles, a unos 20 kms al suroeste de Nancy, hasta el armisticio del 22 de junio. Otro caso destacable es el 11 Regimiento Extranjero de Infantería (con 664 españoles), que resistió en el bosque de Inor los ataques de tres regimientos alemanes entre el 27 de mayo y el 18 de junio. Después cubrió la retirada hasta Toul, a quince kilómetros de Nancy. Al capitular Francia, sólo quedaban unos 800 combatientes, de los que 600 lograron evitar su apresamiento.
REFLEXIÓN FINALHabría que desterrar el relato ampliamente extendido sobre la baja moral de combate del ejército francés, ya que muchas unidades dieron la cara. Los franceses sienten legítimo orgullo por la Resistencia y por las Fuerzas Francesas Libres del general De Gaulle que continuaron la lucha, pero no deberían despreciar a quienes libraron y perdieron la batalla de Francia. Alrededor de 10.000 españoles fueron apresados e internados en Mauthausen, y un total de 35.000 murieron en la batalla de Francia, en los campos de concentración, y en la Resistencia. ¿Qué más se les podía pedir?
Enrique Barrera Beitia, Historiador.
Mi historia con la Línea Maginot empieza hace cinco años cuando mi compañera y yo nos mudamos a la pequeña ciudad de Hettange-Grande, en la provincia de Mosela. Las fronteras con Alemania y Luxemburgo están solamente a diez kilómetros. Aficionado a la Historia desde pequeño, pero no tenía conocimientos sobre la historia de esta fortificación, empiezo a interesarme más en serio sobre ello. El trazado de la Línea Maginot se extiende desde el nordeste al sureste de Francia. Esta línea de fuertes (ouvrages) pasa a menos de un kilómetro de mi casa, y gracias a algunos mapas de geo localización, no tuve ninguna dificultad para localizar y visitar los fuertes (ouvrages) más próximos. Descubro seis fuertes (ouvrages) de combate, de los más grandes de toda la Línea, en un perímetro de menos de veinte kilometros alrededor de casa. El paisaje esconde muchos vestigios de aquella época, y fui descubriendo con el tiempo, que las colinas que rodean Hettange-Grande eran posiciones defensivas armadas de manera contundente. La ciudad posee un fuerte (ouvrage) de combate, para asegurar la protección de la vía de ferrocarril y la carretera de acceso hacia Luxemburgo (la A10 Immerhof). Durante mi primera visita de este fuerte (ouvrage), hace unos cinco años, ni me podía imaginar que formaría parte de la asociación que mantiene esta construcción, pero sí empezaba a tener mucho interés en ella. Se trata, en efecto, de un edificio de guerra. Al llegar, las imponentes fachadas de hormigón nos dan la bienvenida, con un cañón y ametralladora apuntándonos. Y he aquí lo más sorprendente. Detrás de las imponentes entradas y de la muralla trasera, hay más de trescientos metros de galerías. Por la parte superior, un vasto campo floreado, cercado por una red de árboles que nacieron por encima de la antigua alambrada de púas. Las distintas estaciones del año ofrecen una armonía de colores en constante cambio. Algo así como un lienzo pintado, dónde aparece despuntando el acero de una torreta en el medio de un floreado campo. O bien el gris del hormigón escondido detrás de una verdosa colina. En días soleados como hoy, en el cuál me encuentro apoyado sobre la campana de vigía del bloque 3, escribiendo estas líneas, podemos admirar la belleza del lugar. Solo se oye el canto de los pájaros y el rumor del viento en los árboles. Resulta difícil imaginarse que hace casi ochenta años, reinaba aquí un ambiente muy distinto. Como aquella noche de 1940, dónde en este mismo campo, el Caporal Rabu perdió la vida bajo los bombardeos de la artillería enemiga. La violencia y el miedo dejaron sitio a la tranquilidad y la serenidad. El fuerte (ouvrage) aparece ahora como un submarino de hormigón anclado eternamente a su dique de vegetación.
El catorce de Julio de 2017, día de la fiesta nacional en Francia, es cuándo decido incorporarme a la asociación que mantiene y da vida a la memoria de este fuerte de Immerhof. Tenía treinta años, y había pasado un década en el mundo automovilístico, primero por afición y luego profesionalmente. Por esa razón, este compromiso era importante para mi. Buscaba otros objetivos en mi vida. Salir de mi zona de confort y dirigir mis pasos a otros destinos. Teniendo al principio muy pocos conocimientos sobre la historia de la Línea Maginot, me incorporo a la tripulación “moderna” de Immerhof con la necesidad de aprender. Seguramente la educación recibida por mi madre me incita a buscar el lado oculto de las cosas. La otra versión de la historia. La verdadera versión. La de toda esta gente, esta gente que construyó durante cinco años estos fuertes (ouvrages), cada uno más impresionante que el otro, esas personas que sirvieron como soldados en estos fuertes (ouvrages) por su país, y cuya historia se fue olvidando poco a poco. Estos civiles desplazados que lo perdieron todo, y que reconstruyeron sus vidas y sus familias después de tan dura prueba, como es, por ejemplo, la historia de mi bisabuela. Fui descubriendo las historias dentro de la Historia hablando con otros aficionados y visitantes de la Línea Maginot. Numerosas anécdotas, relatos de infancia y otros apasionantes y emocionantes testimonios. Hoy en día, un año después de mi incorporación, trabajo en la asociación como mano de obra y guía de visitas. Esta actividad de guía me llevo a interaccionar con mucha gente diferente, de distintos países, lo que me llevó a aprender mucho sobre mi mismo y finalmente he conseguido desarrollar aspectos muy importantes de mi vida. Transmitir mi afición y mis conocimientos a los demás ha hecho que cobre importancia la figura de alguien que cuenta mucho para mi; mi padre. En retrospectiva, lo que conservo de esta experiencia, es que la historia de la Línea Maginot es ante todo una aventura humana. No se trata de hacer apología de la guerra pero si de conservar la memoria del fuerte compromiso y del coraje que mostraron todas aquellas personas. Esta gente, nuestras familias, que vivieron de cerca o de lejos esta guerra en el mundo entero.
Al final, no es mi historia, es nuestra historia...
Ludovic Vetzel, Asociación Le Tiburce, Ouvrage Immerhoff
agradecimientos richard tucker manuel tejedo cruz ludovic vetzel marguerite cendron enrique barrera
fotografia@cesartoimil.es | césar toimil | 698 100 483 alex@walkingartpaths.es| alex piñeiro | 606 414 153
ouvrage la ferté > 49°35’0.92’’N - 5°13’59.8’’E ouvrage fermont > 49°26’56.3’’N - 5°40’4.70’’E ouvrage hackenberg > 49°20’30.3’’N - 6°21’55.9’’E ouvrage immerhof > 49°25’30.7’’N - 6°08’9.64’’E ouvrage fort casso > 49°03’31.8’’N - 7°16’0.91’’E